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21 mar 2011

El gato de Lorena Hepburn


     No es que este Gato no tenga nombre, no es que este gato no tenga dueño, hogar o sardina que echarse a la boca. Es que este gato, se ha de llamar Gato para adquirir conciencia de especie. El gato de Lorena Hepburn tiene problemas de identidad. Los gatos comunes van a psicoterapias gatunas por lo mismo que algunas personas, si yo soy esto...me pude gustar esto o me tiene que gustar lo otro, tu ya me entiendes... y así entre Freuds y Latas (gourmet, de buey, de pescado) pues van adivinando a fuerza de experiencias, que contarle al psiquiatra si se puede o no se puede. Pero esto no es lo que el cuenta en el diván:


   A él lo que le gusta no son los pajarillos de barrio, le gusta tumbarse en el chaise lounge a ojear la Vogue, nada de leer, solo tendencias...para ver en televisión, nada mejor que no perder detalle del un partido del Barça para luego mirar a su dueña y decir: Meu¡ que en catalán sardino es la abreviatura de nos los comeremos. Que esa es otra, haciendo gala de sus buenos modales y cosmopolitismo, que para eso es un gato con clase... llegó diciendo Miau y se fue diciendo Meeeu (Deu meu mateu senyor que agustico al sol mañanero del barrio del Born) Aunque la Hepburn era suya, que para eso es un señor de señora, tenían generalmente un conflicto que acababa en discusión: que no Gato que no, que el Nesquick no puedes, saca la cabeza del tazón, baja de la mesa, venga hazme caso, otra vez que no, ni con ni sin galletas, siempre igual a la que me descuido te lo has acabao, límpiate el hocico de chocolate, ale que aproveche... otro dia más sin desayunar a la calle...
   Pero después tenia detalles: al llegar a casa te pasa el parte, meumeu meu miua, si Gato he tenido un buen día... meeeeuuuMEEEuMiauMiau, Ah sí todo eso??venga vamos que es tarde, cenar y a la cama, tu te quedas fuera y sin rechistar. Desde el otro lado le canta una nana gatuna para que se duerma sin miedo que un Gato valiente defiende a la dama. 

 Esta es la historia del gato Gato de Lorena Hepburn que lee,  que entiende y no calla.


17 mar 2011

Cam in Wonderland


.:nunca se sabe cuando vamos a crecer:.



Cuentame otro cuento


     Erase una vez un príncipe con una bella armadura, gafas de pasta y un par de monturas. La negra para las aventuras largas, otra más Rocinante para el día a día. Ganaba siempre, tanto en las distancias largas como en las cortas. Vivía en una torre muy alta donde solo los obstinados, los valerosos, lograban subir. Desde sus ventanas contemplaba el mundo con toda la ventaja de su perspectiva. Como todo príncipe, había sido iniciado en el arte de la guerra, recibido instrucción militar, formado su intelecto, forjado su espíritu, desarrollado su gusto por lo bello, sentido la música, refinado su paladar y todas esas cosas que necesitan aprender los príncipes para ser protagonistas de los mas bellos cuentos de princesas, doncellas rescatadas, pueblos oprimidos, brujas malvadas, perversos duendecillos e historias varias.

Siempre libraba batallas, algunas suyas y otras por cortesía de la casa. Y como, a pesar de ser un príncipe, no estaba a salvo de ser humano, la batalla más importante se encontraba tras la armadura. Un día un osado pajarillo de brillantes colores se poso en el alféizar de la ventana de su alta torre. Piaba una melodía que no era especialmente bonita, ni todo lo contrario. Mas bien era un piar de contar historias, de muy lejos, de otros mundos, de otras vidas, de otros ojos, de otros tiempos, de regalar un universo a dúo con posibilidad de reformas.

Al principio el príncipe le pareció extraño que apareciese un pajarillo a esas alturas(también del Tiempo) nadie le había avisado de que pudiera suceder tal cosa, y por un instante se paro a escuchar un ratito el piopio cuentacuenteroeraseunavezyotra, sentado al sol, frente a su ventana favorita, de esas que hacen click y se abren, haces click y se cierran. A través de esas ventanas podían vivirse aventuras de todo tipo. El pajarito soñaba alto, tan alto como el permitían sus alas. Bailando, viviendo, tocando, durmiendo, soñando, mirando, oliendo, viviendo, con el mundo entero paso por paso, con gente, sin ella, con amor, sin dinero y con respecto a la último también viceversa; que los pájaros también pueden soñar con ser Carrie Bradshaw, desayunar con diamantes, comerse el mundo entero de un solo bocado y también desmigarlo si ha de darse el caso. Le cantó un secreto, a veces ardía por cosas normales: la tristeza, la rabia, la injusticia, el cansancio tras un largo viaje, alguna bala certera que no acertada, otras por tonterías.
Formaba una hoguera en su nido, ardía Troya, Canadá, Santo Domingo, La Habana, Camboya...punta por punta de plumas de alas que no conocen jaulas de puertas cerradas. Hasta que el agua salada que apaga las llamas de toda la vida, forma cenizas incandescentes, como el polvo de estrellas que fugaz entra en la atmósfera y ocasionan el extraño fenómeno de devolver a la vida al pajarito cuentacuentos, que viaja con el Tiempo y vive la Vida. También que incautos desconocedores de su secreto le habían intentado encerrar en jaulas de oro, de mimbre, plástico, hojalata y palabrerías. Pero, siempre, marchitan los cantos de los pájaros que encierra en ellas y tras la explosión supernova una brisa ligera se lleva el pájaro a otro cuento, otra historia, sin rencor, cruz y raya, otra cosa, más cuento, más vida...
El príncipe no estaba acostumbrado a tanta charla, siempre solo en la alta torre, con su armadura medio oxidada, excepto alguna visita, princesas secuestradas, la ventana mágica, cosas de familia. Aun se preguntaba como el pajarito podía haber llegado hasta allí y que pretendía. Siempre había llevado su armadura, luchado en combates, salvado doncellas, impartido justicia, pagado rescates. El no sabía nada de ornitología. Un príncipe y un pájaro, por no decir una pájara que es descortesía... desde tiempos de Zeus no se había inventado cosa parecida. Ni siquiera Apple Inc, podía, como iba a ser eso... El pajarito pensaba que por qué no, mira tú, que más da, si igual si o igual no...lo que importa es el Amor, tocarse, sentirse, vivirlo y si es por la armadura el con su piquito ayuda a deshacer  los nudos que la ciñen porque, quien sabe chico, hay Musas que cantan que erase otra vez y que si hay voluntad hay mas todavía.