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17 mar 2011

Cuentame otro cuento


     Erase una vez un príncipe con una bella armadura, gafas de pasta y un par de monturas. La negra para las aventuras largas, otra más Rocinante para el día a día. Ganaba siempre, tanto en las distancias largas como en las cortas. Vivía en una torre muy alta donde solo los obstinados, los valerosos, lograban subir. Desde sus ventanas contemplaba el mundo con toda la ventaja de su perspectiva. Como todo príncipe, había sido iniciado en el arte de la guerra, recibido instrucción militar, formado su intelecto, forjado su espíritu, desarrollado su gusto por lo bello, sentido la música, refinado su paladar y todas esas cosas que necesitan aprender los príncipes para ser protagonistas de los mas bellos cuentos de princesas, doncellas rescatadas, pueblos oprimidos, brujas malvadas, perversos duendecillos e historias varias.

Siempre libraba batallas, algunas suyas y otras por cortesía de la casa. Y como, a pesar de ser un príncipe, no estaba a salvo de ser humano, la batalla más importante se encontraba tras la armadura. Un día un osado pajarillo de brillantes colores se poso en el alféizar de la ventana de su alta torre. Piaba una melodía que no era especialmente bonita, ni todo lo contrario. Mas bien era un piar de contar historias, de muy lejos, de otros mundos, de otras vidas, de otros ojos, de otros tiempos, de regalar un universo a dúo con posibilidad de reformas.

Al principio el príncipe le pareció extraño que apareciese un pajarillo a esas alturas(también del Tiempo) nadie le había avisado de que pudiera suceder tal cosa, y por un instante se paro a escuchar un ratito el piopio cuentacuenteroeraseunavezyotra, sentado al sol, frente a su ventana favorita, de esas que hacen click y se abren, haces click y se cierran. A través de esas ventanas podían vivirse aventuras de todo tipo. El pajarito soñaba alto, tan alto como el permitían sus alas. Bailando, viviendo, tocando, durmiendo, soñando, mirando, oliendo, viviendo, con el mundo entero paso por paso, con gente, sin ella, con amor, sin dinero y con respecto a la último también viceversa; que los pájaros también pueden soñar con ser Carrie Bradshaw, desayunar con diamantes, comerse el mundo entero de un solo bocado y también desmigarlo si ha de darse el caso. Le cantó un secreto, a veces ardía por cosas normales: la tristeza, la rabia, la injusticia, el cansancio tras un largo viaje, alguna bala certera que no acertada, otras por tonterías.
Formaba una hoguera en su nido, ardía Troya, Canadá, Santo Domingo, La Habana, Camboya...punta por punta de plumas de alas que no conocen jaulas de puertas cerradas. Hasta que el agua salada que apaga las llamas de toda la vida, forma cenizas incandescentes, como el polvo de estrellas que fugaz entra en la atmósfera y ocasionan el extraño fenómeno de devolver a la vida al pajarito cuentacuentos, que viaja con el Tiempo y vive la Vida. También que incautos desconocedores de su secreto le habían intentado encerrar en jaulas de oro, de mimbre, plástico, hojalata y palabrerías. Pero, siempre, marchitan los cantos de los pájaros que encierra en ellas y tras la explosión supernova una brisa ligera se lleva el pájaro a otro cuento, otra historia, sin rencor, cruz y raya, otra cosa, más cuento, más vida...
El príncipe no estaba acostumbrado a tanta charla, siempre solo en la alta torre, con su armadura medio oxidada, excepto alguna visita, princesas secuestradas, la ventana mágica, cosas de familia. Aun se preguntaba como el pajarito podía haber llegado hasta allí y que pretendía. Siempre había llevado su armadura, luchado en combates, salvado doncellas, impartido justicia, pagado rescates. El no sabía nada de ornitología. Un príncipe y un pájaro, por no decir una pájara que es descortesía... desde tiempos de Zeus no se había inventado cosa parecida. Ni siquiera Apple Inc, podía, como iba a ser eso... El pajarito pensaba que por qué no, mira tú, que más da, si igual si o igual no...lo que importa es el Amor, tocarse, sentirse, vivirlo y si es por la armadura el con su piquito ayuda a deshacer  los nudos que la ciñen porque, quien sabe chico, hay Musas que cantan que erase otra vez y que si hay voluntad hay mas todavía.

1 comentario:

  1. Recomendable escuchar con:

    http://www.youtube.com/watch?v=ACjK0xsoy8I

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